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domingo, 2 de marzo de 2008

Bertrand Russell y la educación


"Una comunidad de hombres y mujeres en posesión de vitalidad, coraje, sensibilidad e inteligencia en los más altos niveles que la educación sea capaz de producir, sería muy diferente de todo lo que hasta aquí ha existido. Muy poca gente sería infeliz. La buena salud sería casi universal, y hasta la vejez podría ser pospuesta. La pobreza, desde la revolución industrial, sólo se debe a la estupidez colectiva. La sensibilidad haría que la gente desee abolirla, la inteligencia les mostraría el modo, y el coraje los guiaría a adoptarlo. Una generación de mujeres desprovistas de miedo transformaría el mundo, trayendo a él una generación de niños sin temores, no retorcidos en formas antinaturales, sino rectos y cándidos, generosos, afectuosos y libres. Su ardor barrería la crueldad y el dolor que soportamos porque somos perezosos, duros de corazón y estúpidos. Es la educación la que produce estas malas cualidades, y es la educación la que nos dará las opuestas. La Educación es la llave hacia el nuevo mundo."


¿Quiénes saldrían perdiendo, si semejante proyecto educativo se hiciera realidad?

3 comentarios:

Pneuma dijo...

Es cierto que hubo un lapso en la historia humana reciente en que las mentes más soberanas creyeron atisbar las señales de una era de hermandad y de reparto equitativo. Se cumplirían así los preceptos de Jesús (ama a tu prójimo como a ti mismo) y de Marx (de cada uno según sus posibilidades, a cada uno según sus necesidades), en último término el mismo sueño.

Pero la naturaleza humana es contraria a ese escenario de armonía. El ser humano es un producto más de la evolución, y como tal está presidido por el instinto depredador. La historia bíblica de Caín y Abel es el paradigma de la historia de la humanidad. Es triste, sí.

Pneuma dijo...

¿Quiénes saldrían perdiendo, preguntas? Los que tienen el poder y la riqueza. A corto plazo, pero el corto plazo es el imperativo de la ambición.

Saldrían perdiendo las clases que detentan la riqueza y el poder. La Iglesia católica, por ejemplo, la más antigua de las multinacionales, basa su prevalencia en su apuesta por la caridad en lugar de la justicia social, conque necesita pobres.

Las fábricas de armas prosperan sembrando odio y miedo, así que necesitan guerras. Tras ellas, como aves carroñeras, tenemos muchas empresas oportunistas, que venden la imagen de una labor de reconstrucción, eufemismo que disfraza los inmensos negocios.

Y así más. Mucho más.

También está, por cierto, la necedad. En España los planes de educación son cada vez más degradantes. Y aquí sí que no parece que haya mala intención, simplemente imbecilidad.

Syringa dijo...

En el segundo comentario, coincido contigo.
Con respecto al primero, creo que los seres humanos nacemos neutros,y la sociedad que nos recibe nos va haciendo (o lo intenta, al menos,mediante la educación) a su imagen y semejanza.
Por eso, lo que propone Russell es algo así como empezar de cero. Ciertamente parece imposible, pero vale porque nos obliga a reflexionar sobre la cuestión,y a imaginar la forma de hacerlo posible.