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lunes, 3 de marzo de 2008

La delicada liebre joven de Durero




Esta prodigiosa acuarela, Junger Hase (liebre joven) fue pintada como apunte del natural por Alberto Durero en 1502. El cuadro mide 21,3 x 22,6 cm., y pertenece a la Galería Albertina de Viena.

Su estado de conservación requiere de cuidados. Hasta mayo se exhibe en el Museo del Prado de Madrid (España, según se baja desde Francia a mano derecha), que ha llegado a un acuerdo con la Albertina en mantener el cuadro en condiciones de poca luminosidad para que no sufra degradación actínica.

No creo que sea fácil catalogar la variedad exacta de esta liebre, porque Durero se desplazaba a veces cientos de kilómetros ---lo que en aquella época equivalía a varios días--- para retratar especies más o menos exóticas traídas por navíos cuando recibía noticia de las mismas.

Para gozar de otros prodigios de la mano del artista (la mano de Dios, como le llama ella) véase la deliciosa entrada que le dedica Vailima en su blog, de la que con seguridad el mismo Durero no estaría quejoso.

Y ya que con la liebre andamos queremos llamar su atención acerca de las cuestiones que plantea Vailima en relación con la técnica (acuarela, aguada) y al parecer algunos trucos suplementarios de los que se valió Durero para conseguir que su liebre siga viva sobre el papel. Por lo que he visto promete explicarlo, aunque la pregunta está formulada en plan examen.

4 comentarios:

Syringa dijo...

Efectivamente, y más allá de mi broma, la entrada en el blog de Vailima es deslumbrante.
De todos modos, si Durero buscaba la fidelidad al original, sigue siendo para mí un enigma el porqué de tan desproporcionadas orejas, con respecto al cuerpo.

Pneuma dijo...

Tengo para mí que la dichosa liebre no estaba viva cuando fue pintada. Es probable que se tratara de un modelo disecado y rellenado, y pudiera ser que se excedieran con el relleno de las orejas... buceo un poco en las turbias aguas de la web a ver si contesto al examen de Vailima y a tu pregunta... si no vuelvo por acá es que me ahogué en el empeño.

Yo no había reparado en la proporción de las orejas. La última vez que vi una liebre fue hace muchos años (en mi vida todo fue hace veinte años), en un canódromo. Y la decepción fue completa cuando me aseguraron (el hijo de dueño del canódromo, de modo que no cabía la duda) que la tal liebre era de trapo. Mi perra es más lista que esos galgos: si le ofrezco queso y no es del caro-caro, ya no se acerca desde medio metro. Imagínate si el queso fuera de trapo, me mordería a mí por ofender su inteligencia.

Pneuma dijo...

En efecto, la creencia de los expertos es que se trata de un ejemplar de liebre disecada y rellena.

Lo pone aquí,

http://www.artyfactory.com/
art_appreciation/animals_in_art/
durer/albrecht_durer.htm

lo que de paso me permite contestar al examen de Vailima... allá que voy, a ver si llego a tiempo.

Syringa dijo...

Lo cual plantea otra cuestión inquietante acerca de la muerte y la belleza, con respecto a un ser que parece vivo pero está muerto.

Y voy más allá, reflexionando sobre el artificio (en el sentido de "técnica", y en el de falta de lo natural) sombrío y morboso de la taxidermia.